El cosplay viviente consigue su lugar en la industria, y hace todo lo que está en su mano por lograr la aceptación, como es justo y necesario. La cosa empieza bien, con su interés y con un dibujo majete; planta las premisas sobre las viñetas, mueve ficha con los secundarios, comienza la función eso, funcionando. Ahora bien, a partir de cierto punto le da vuelta a la cosa, los jaleos meta se adueñan del asunto y la cosa empieza a desvariar, acercándose al callejón sin salida de una cancelación como profecía autocumplida. A ver cómo le va, le quede lo poco que le quede, a nuestra tartita de fresa y nata, porque Gweenie iba ganándose nuestros higadillos.
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