A los marvelitas de pro esta historia les parecerá un mojón como el sombrero de un picador, y, a ver, que Dostoyevski no es. A los fans de los escenarios entrópicos y los entelequios à la Giger a los que el bueno de Nihei nos tiene acostumbrados quizá les convenza algo más. A mí, que soy protón, soy neutrón, me pirra.
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