Cada cierto tiempo, y recurrentemente, aparece una nueva "gran esperanza blanca" -o del color de su elección- en el cómic mainstream yanqui. Y es que parece que seguimos esperando eternamente el relevo generacional de los Alan Moore y compañía, que no sé yo si acaba de llegar. Tenemos, eso sí, algún que otro viejo rockero en un excelente momento de forma -hola, Warren Ellis-, y candidatos más jóvenes prometedores, aunque su situación sea, a veces, complicada -qué tal, Ales Kot-.
Lo cual nos lleva a Tom King. Su Visión lo petó en su momento, aunque quizá pueda argüirse que no hizo mucho más que llevar un tonillo Vertigo-Image a la Marvel convencional, con lo que descolocó por contexto, más que nada. Su Omega Men pasó más o menos desapercibido, su Sheriff de Babilonia tuvo buenas críticas, su Batman tiene al personal dividido con su combinación de mediocridad y algún golpe de inspiración. Y aquí está su Mister Milagro. A la que llevaba tres números, me encontraba intentando decidir si Tom King vuelve a firmar una obra memorable, o pasándose de listo a dos manos. Lo que iba pensando por el momento: que talento tiene, y que, cuando menos, está haciendo cosas en las majors que nadie se espera; por "nadie" entiéndase "yo".
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